El incunable de Colón, ‘Columbus Chistopher Epistolae de Insulis Indie supra Ganger nuper inventis’, que ahora mismo se guarda en la cámara acorazada del ministerio de Cultura corresponde a la carta en la que Colón anunciaba a los Reyes Católicos que había descubierto el nuevo mundo.
Los monarcas habían financiado la arriesgada aventura de Cristóbal Colón. En el mundo solo hay 16 ejemplares de esta misiva que se imprimió en Roma en abril de 1493. La carta relata la salida de Colón desde el Puerto de Palos de Moguer el 3 de agosto de 1492 hasta el regreso a Lisboa en marzo de 1493.
Esta es la historia de valiosísimo documento que durante años estuvo sustituido por un facsímil sin que nadie se diera ni cuenta. Hasta que investigando la sustitución de otro incunable de Colón que hay en Florencia se dieron cuenta de que la carta que se guardaba en Barcelona era falsa.
La oficina de investigación de EEUU localizó la carta en el mercado en busca de comprador y se vendió dos veces en Italia y en Brasil antes de ser recuperad. En Brasil pagaron por este documento tan valioso 1 millon de dólares, 600 mil euros se pagó por el incunable en Italia tras ser robado.
El cambiazo del incunable de Colón, que tiene 4 páginas, se produjo entre el año 2004-2005, el documento del cambiazo debía ser de muy alta calidad porque nadie se dio cuenta. Nada tampoco se sabe del ladrón, en aquellos años los registros de acceso se hacían de forma manual y se mantenían unos años. Ahora todo está digitalizado.
La carta que tiene un gran valor histórico y documental, en unos días volverá a la biblioteca de Cataluña donde ingresó después de ser comprada en una parada de libros. Esta mañana el
embajador de EEUU ha devuelto el incunable al ministro de cultura.
Fue un cambiazo en toda regla aunque no se sabe con exactitud cuando se produjo porque las fechas bailan entre el 2004 y el 2005. Los ladrones se llevaron del museo de Cataluña un
facsímil de la carta en la que Colón explicaba a los Reyes Católicos lo sucedido en sus viajes desde España hasta el nuevo continente. Lo malo es que nadie se dio cuenta. Y lo peor es que fue exportada a Estados Unidos para ser comercializada porque su valor económico es más que vidente.
El documento, del que existen otras copias en el mundo, ahora ha sido devuelto al ministerio de Cultura que la ha guardado en la caja fuerte hasta que la devuelva al museo de Cataluña. Al menos se tiene noticia de que otra copia fue robada de un museo italiano de la misma manera.
Esa carta se llama Columbus Chistopher Epistolae de Insulis Indie supra Ganger nuper inventis y se imprimió en 1493 por orden de Cristóbal Colón.
El embajador de Estados Unidos ha devuelto la carta al ministerio después de un trabajo de investigación que comenzó en 2011.
MARTA TORRES Nueva York
EMERSON RUBIO Madrid
20 SEP. 2018
Es una de las tres cartas que Colón mandó imprimir en Roma en 1493
Como un tesoro, reposaba en una sala restringida de la Biblioteca de Cataluña. Hasta 2004, cuando fue robada
Un fiscal de EEUU localizó el incunable en Brasil y lo acaba de devolver a España. Nos lo cuenta
Una carta de Cristóbal Colón escrita en 1493, que mandó imprimir en Roma, en la que relataba sus impresiones del «Nuevo Mundo». Dos libreros italianos. Un mercado potente de venta de libros raros y manuscritos. Un segundo entramado de venta en negro todavía más fuerte.
Un rico coleccionista brasileño de piezas históricas que viajaba con frecuencia a Estados Unidos, y compró el incunable por un millón de dólares (900.000 euros). Un asistente fiscal de Estados Unidos, Jamie M. McCall. Y un profesor de la Universidad de Princeton, Paul Needham, experto en manuscritos... Son los personajes de una rocambolesca y clandestina historia que, aunque ha tenido un final feliz con la devolución de la carta, arranca en 2004 sin que nadie se entere.
Ese año alguien robó la valiosa misiva del Almirante de la Mar Océana de la Biblioteca Nacional de Cataluña en Barcelona y dejó en su lugar un facsímil. Hasta tiempo después, precisamente por una alerta del fiscal McCall, nadie supo del delito. Ni tampoco del valor casi único del documento histórico, pues sólo tres de estas misivas fueron impresas en la ciudad eterna, Roma. La catalana era una de ellas.
Como pudo descubrir enseguida el fiscal McCall, experto en seguridad nacional, ciberataques y robos de guante blanco, la carta de la que una fuente le hablaba con misterio era el incunable Columbus Christopher Epistolae de Insulis Indie supra Ganger nupe invertis, cuyo contenido sobre el descubrimiento del «Nuevo Mundo» lo había convertido en uno de los primeros best sellers en la Europa del siglo XV.
«En 2011», cuenta el servidor público a Crónica, «recibimos una pista en la oficina del fiscal de Delaware y el departamento de Seguridad Nacional. Afirmaban que varias cartas en Europa habían sido robadas y reemplazadas por falsificaciones. Una de esas era la de la Biblioteca Nacional de Cataluña».
Aunque la carta estaba pensada para que sus destinatarios últimos fueran los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, el almirante, según se puede leer en la misiva ahora recuperada, envió el texto a Gabriel Sanxis -en esa época tesorero de la Corona de Aragón- relatando los sucesos acontecidos durante sus viajes.
Fue traducida del castellano al latín por el noble y letrado varón Leandro de Coscoel 30 de abril de 1493. Se cumplieron las instrucciones de Colón y la carta terminó en Roma para ser impresa. Lo hizo el tipógrafo alemán Stephan Plannck. Tres únicas copias.
Dos se quedaron en Italia (Roma y Florencia) y la tercera viajó a España. Cuándo exactamente no se sabe. Lo que sí está documentado es que, 413 años después, en 1917, alguien al servicio de la biblioteca catalana compró la carta en el mes de diciembre, en una vieja librería de Madrid. Estaba entre un lote de textos.
Desde 1918, los cuatro folios impresos por ambas caras en latín y cubiertos con un estuche de tela y piel marmolado, eran guardados como un tesoro en una sala de acceso restringido en la biblioteca a la que sólo tenían acceso los investigadores que justificaban su interés por consultar el documento. Hasta 2004, cuando el incunable fue reemplazado por un facsímil. Una copia exacta a la original. Nadie se había dado cuenta. [Hoy el Ministerio de Deportes y Cultura confirma a Crónicaque en 2003 se digitalizó la verdadera carta y que «por tanto debió robarse muy poco tiempo después»].
La investigación
Las primeras pistas del delito asomaron en internet. Imágenes de buena calidad de la carta original fueron colgadas en redes sociales y otras páginas de la Red para despertar el apetito de los coleccionistas. La noticia llegó a oídos de la fiscalía de EEUU y la investigación echó a andar. «A partir de esa información, empezamos a trabajar -dice McCall- con el profesor Paul Needham», quien viajó a la biblioteca catalana con agentes de Seguridad Nacional para analizar el documento histórico.
Ya en 2014, el experto de Princeton pudo confirmar que aquella carta, en la que Colón describía su expedición desde que partió de Cabos de Palos el 3 de agosto de 1492 hasta que llegó a Lisboa el 4 de marzo de 1493, era falsa. Eso daba pie a que McCall continuara la investigación con más fuerza. Así logró localizar a un rico coleccionista de manuscritos y libros raros en Brasil. A más de 8.300 kilómetros de Cataluña.
Aquel hombre, un latinoamericano, era quien había pagado 900.000 euros en junio de 2011 por la famosa carta de Colón.
Entonces comenzó la cacería. Los investigadores supieron que el hombre viajaba con frecuencia a EEUU. Y en uno de sus periplos fue identificado por los agentes del departamento de Seguridad Nacional cuando llegaba al aeropuerto de Miami. Pero acordaron con él un segundo encuentro, en Nueva York, donde le explicaron que «estaba en posesión» de una carta robada de la Biblioteca de Cataluña. Sin oponerse. El coleccionista aceptó devolverla a los agentes de Seguridad Nacional de Brasil, quienes enseguida enviaron el documento a Delaware, relata McCall. E insiste en que el hombre siempre cooperó.
Identidad oculta
Y aunque su identidad permanece oculta, las autoridades confirman que pertenece a un mercado muy potente de personas interesadas en estas cartas. Son diferentes de los coleccionistas que pujan en las grandes subastas de mayo y noviembre en Nueva York. Más bien tienen un perfil menos especulador. Pero son fieles a los objetos que compran. Piezas muy importantes de la historia.
Y así como la carta catalana fue robada, las que están en Roma y Florencia guardan detrás de esos folios antiguos aventuras parecidas. Desaparecieron en 2004 y 1990, respectivamente, y terminaron en EEUU. Y aunque las tres ya han sido recuperadas, McCall advierte que «hay un grupo de personas muy fuerte que quiere hacerse con estas cartas. No sólo en Estados Unidos, sino también alrededor del mundo».
Con la incunable original en sus manos, el profesor de la Universidad de Princeton supo que el o los ladrones habían utilizado químicos para borrar la tinta del sello de la Biblioteca Nacional de Cataluña. Y así ocultar el origen de la Epistola de Insulis Nuper Inventis; como ésta sólo hay 16 en el mundo. Además de las tres impresas en Roma, hubo otras que se imprimieron en Amberes, Basilea, París... ¿Y la de Barcelona? No saben quién la robo. Pero sí saben que, antes de terminar en Brasil y caer en el gran mercado criminal de venta de libros y manuscritos raros, fue vendida por dos libreros italianos por 600.000 euros.
El pasado 6 de junio, Thomas D. Homan, asistente del secretario de Seguridad Nacional y director de funciones de Inmigración y Aduanas, entregó la preciada carta al entonces embajador de España, Pedro Morenés. Por ahora está bajo custodia en la cámara acorazada del Ministerio de Cultura y Deporte. En condiciones óptimas de conservación y seguridad. Hasta que vuelva al lugar en el que siempre debió de estar.
Esta semana España recibió al embajador de Estados Unidos, Duke Buchan III, para agradecerle los esfuerzos realizados para recuperar el documento. Pero el caso no está cerrado. McCall confirma que ahora se investiga cómo el coleccionista brasileño se hizo con la carta. Evita confirmar si presentará cargos. Mientras, sí parece que no se dará por vencido hasta que resuelva el enigma de quién fue el ladrón.
No se trata de cualquier carta. Es la de Colón. Y según el historiador español Fernando García de Cortázar, el valor de este texto conocido como 'De insulis inventis' es incalculable. Y no sólo por tratarse de un incunable, sino porque en ella se relata por primera vez uno de los momentos estelares de la humanidad.
«Cierto que Colón piensa que ha llegado a Asia y que en su segundo viaje -ya como Gran Almirante- llevará consigo cartas de la reina Isabel para el gran Khan, al que espera ver en China», afirma García de Cortázar. «Sin embargo, desde el principio se tiene la intuición de que se está asistiendo a un giro decisivo de la historia universal. Y así Pedro Mártir de Anglería, el humanista italiano al servicio de los Reyes Católicos, escribirá de forma solemne al arzobispo de Granada: "¡Levantad el espíritu... escuchad el nuevo descubrimiento! Cristóbal Colón ha regresado sano y salvo. Dice que ha encontrado cosas admirables"».
Naturalmente non siamo d’accordo sull’ affermazione che Colombo pensava di essere giunto in Asia, anche se fin dal primo viaggio aveva lettere per il Gran Khan. Che significa grande capo per cui i dispacci potevano essere diretti sia ai grandi capi del Latinoamerica sia a quelli asiatici. Asia che, dopo l’ America, avrebbe dovuto essere la destinazione del viaggio colombiano per stringere un’alleanza contro i musulmani.
"Llegué al mar de la India..."
CRISTÓBAL COLÓN
[Carta de Cristóbal Colón (a quien nuestra época tanto debe) acerca de las islas de la India, ubicadas más allá del Ganges, recientemente descubiertas. A las cuales islas había sido enviado hace ocho meses con los auspicios de los muy invictos reyes de las Españas, Fernando e Isabel, para buscarlas. Habiendo sido enviada la tal carta al magnífico señor Gabriel Sanxis, tesorero de aquellas serenísimas majestades, el noble y letrado varón Leandro de Cosco la tradujo del idioma español al latín, el 30 de abril de 1493. En el año primero del pontificado de Alejandro Sexto].
Debido a que las interpretaciones muy buenas han tenido éxito, sé que será agradable para usted: he decidido relatarlas, para que pueda conocer todo lo que se ha hecho y lo que descubrió en este nuestro viaje: En el trigésimo tercer día después de partir de Cádiz, llegué al mar de la India, donde encontré muchas islas habitadas por un sin número de hombres, tomé posesión por nuestro rey más afortunado, con pregoneros heraldos y estandartes, sin una objeción. Para el primero de ellos di el nombre del bendito Salvador, de cuya ayuda confiaba que había llegado a este y a las otras islas. Pero los indios lo llaman Guananhany. También llamé a cada uno de los otros por un nuevo nombre. Porque ordené que una isla se llamara Santa María de la Concepción, otra Fernandina, otra Isabella, otra Juana, y así sucesivamente con el resto.
Tan pronto como llegamos a la isla que acabo de llamar Juana, continué a lo largo de su costa hacia el oeste por una cierta distancia; lo encontré tan grande y sin un final perceptible, que creí que no era una isla, sino el país continental de Cathay; viendo, sin embargo, que no hay pueblos o ciudades situadas en el mar, pero sólo algunos pueblos y granjas rudas, con cuyos habitantes no puedo conversar, porque tan pronto como nos vieron huyeron. Seguí avanzando, pensando que descubriría alguna ciudad o grandes residencias. Por fin, al ver que habíamos llegado lo suficientemente lejos, que no había nada nuevo, y que este camino nos llevaba hacia el norte, lo cual deseaba evitar, porque era invierno en la tierra, y era mi intención ir al sur, además los vientos se estaban volviendo violentos, por lo tanto determiné que no había otros planes practicables, y así, regresando, volví a cierta bahía que había notado, desde la cual envié a dos de nuestros hombres a la tierra, que ellos podría averiguar si hubo un rey en este país o en alguna ciudad. Los hombres viajaron durante tres días, y encontraron personas y casas sin número, pero eran pequeños y sin ningún gobierno, por lo tanto regresaron.
Mientras tanto, había aprendido de ciertos indios, a los que había agarrado allí, que este país era realmente una isla, y por lo tanto procedí hacia el este, manteniendo todo el tiempo cerca del costo, por 322 millas, hasta los extremos de esta isla. Desde este lugar vi otra isla al este, distante de esta Juana 54 millas, que llamé inmediatamente a La Española; y yo navegué hasta allí; y me dirigí a lo largo de la costa norte, como en Juana, hacia el este, 564 millas.
Y la dicha Juana y las otras islas allí parecen muy fértiles. Esta isla está rodeada por muchos puertos muy seguros y anchos (...) Muchos ríos grandes y saludables fluyen a través de él. También hay muchas montañas muy altas allí. Todas estas islas son muy bellas y se distinguen por diversas cualidades; son accesibles y están llenos de una gran variedad de árboles que se arrastran hasta las estrellas; las hojas de las que creo que nunca se pierden, porque las vi verdes y florecientes como suelen ser en España en el mes de mayo; algunos de ellos florecían, otros daban fruto; algunos estaban en otras condiciones; cada uno estaba prosperando a su manera. El ruiseñor y varias otras aves sin número cantaban, en el mes de noviembre, cuando los estaba explorando. Además, en la mencionada isla Juana, siete u ocho tipos de palmeras, árboles, que superan a los nuestros en altura y belleza, al igual que todos los demás árboles, hierbas y frutas. También hay excelentes pinos, extensas llanuras y praderas, una variedad de aves, una variedad de miel y de metales, excepto el hierro.
En la que se llamaba La Española, como dijimos antes, hay montañas grandes y bellas, vastos campos, bosques, llanuras fértiles, muy aptos para plantar y cultivar y para la construcción de casas (...) Los árboles, pastos y frutos de esta isla difieren mucho de los de Juana. Esta La Española, además, abundan en diferentes tipos de especias, en oro y en metales. En esta isla, de hecho, y en todas las otras que he visto, y de las que tengo conocimiento, los habitantes de ambos sexos van siempre desnudos, tal como vinieron al mundo, excepto algunas de las mujeres, que usan una cubierta de una hoja o algo de follaje, o una tela de algodón, que ellos mismos hacen para ese propósito. Todas estas personas carecen, como dije antes, de todo tipo de hierro; también están sin armas, que de hecho son desconocidas; ni son competentes para usarlos, no a causa de la deformidad del cuerpo, porque están bien formados, sino porque son tímidos y están llenos de miedo. Sin embargo, llevan armas para cazar (...) Distribuí todo lo que tenía, telas y muchas otras cosas, sin retorno a mí; pero son por naturaleza temerosos y tímidos.
Sin embargo, cuando perciben que están seguros (...) son de modales sencillos y dignos de confianza, y muy liberales con todo lo que tienen, no registran a nadie que solicite algo que puedan poseer e incluso ellos mismos nos invitan a pedir cosas. Muestran un mayor amor por todos los demás que por ellos mismos; dan cosas valiosas por pequeñeces (...) Estas personas no practican ningún tipo de idolatría; por el contrario, creen firmemente en toda fuerza y poder (...) Tan pronto como llegué a ese mar, tomé por la fuerza a varios indios en la primera isla para que pudieran aprender de nosotros (...) En todas estas islas, cada hombre está contento con una sola esposa, excepto los príncipes de los reyes, a quienes se les permite tener veinte. Las mujeres parecen trabajar más que los hombres (...) No encontré monstruosidades entre ellos, como muchos suponían, sino hombres de gran reverencia y amigos. Ni son negros como los etíopes. Tienen el pelo liso, colgando hacia abajo. No permanecen donde los rayos solares envían el calor, porque la fuerza del sol es muy grande aquí, porque está distante de la línea equinoccial (...)
No tenía conocimiento de ellos en ninguna parte excepto una isla llamada Charis, que es la segunda en pasar de La Española a la India. Esta isla está habitada por ciertas personas consideradas muy belicosas por sus vecinos. Estos comen carne humana. Dichas personas tienen muchos tipos de botes de remos, en los que cruzan a todas las otras islas indias, y se apoderan de todo lo que pueden. Difieren de ninguna manera de los demás, sólo que llevan el pelo largo como las mujeres. Usaron arcos y dardos hechos de cañas, con ejes afilados sujetos al extremo más grande, como hemos descrito. Por este motivo, se los considera guerreros, por lo que los demás indios están afligidos por un miedo constante, pero no los considero más importantes que los demás. Estas son las personas que visitan a ciertas mujeres, que viven solas en la isla de Mateunin, que es la primera en pasar de La Española a la India. Estas mujeres, además, no realizan ningún tipo de trabajo de su sexo, ya que usan arcos y dardos (...) Cuentan de otra isla más grande que la antedicha La Española, cuyos habitantes carecen de pelo, y que abunda en oro sobre todo los demás. Traigo hombres de esta isla y de los otros que he visto, que dan prueba de las cosas que he descrito (...) Verdaderamente grande y maravilloso es esto, y no corresponde a nuestro méritos, sino a la santa religión cristiana (...)
Lisboa, el día antes de los idus de marzo.